FESTIVAL
VIRGEN DE
LA MERCED

Isla de Maipo

Difíciles momentos vivía la comunidad de Isla de Maipo hacia 1899. La gran cantidad de lluvias hizo aumentar a varios brazos el ya caudaloso Río Maipo. Varias casas, personas y hasta un tren habían sido llevados por las aguas.

Un grupo de isleños se refugió en la parroquia para pedir de rodillas a la Virgen de la Merced, que los protegiera e impidiera que el río siguiera creciendo. De repente una voz propuso hacerle a la Virgen la promesa de, todos los 24 de septiembre, realizar en su honor a la fiesta más bonita de toda la región. Las voces fueron uniéndose, algunos sumaron al baile chino (de antigua data en la zona, al que incluso María Graham dedica unos párrafos en su diario) y alguien propuso llevar la imagen misma a la zona de la La Puntilla de Lonquén para que la Virgen apaciguara las aguas.

Un grupo de huasos que había refugiado sus cabalgaduras en el zaguán de la iglesia, tomó la imagen y la llevó buscando los mejores vados. Gracias a la destreza de sus caballos los huasos llegaron con la Imagen sin novedad y postrando la rodilla en tierra pidieron a “La Mercedita” que no permitiera que el agua hiciera desaparecer sus tierras.


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Volvieron a la iglesia y pasaron la noche junto a los demás habitantes. Fue una noche cerrada y oscura. Al amanecer se dirigieron nuevamente a La Puntilla y descubrieron que las aguas se habían desviado hacia el sector de Aculeo.

 
    
Antiguamente, la fiesta en honor a Nuestra Señora de la Merced duraba 9 días.  Solo se hacía la Novena solemne.  A partir del año 1941 siendo párroco el padre Sergio Correa, prolongó la fiesta a María por espacio de un mes, terminando ésta con la Novena solemne.
Ahí nacía una de los actos de fe y agradecimientos populares más grandes de la zona central. Y todos los años el día 24, o el domingo siguiente, cerca de 40 mil personas renuevan el agradecimiento a la Madre de Dios.


Cada párroco le ha ido dando un matiz especial, sin alterar las costumbres de sus antecesores. Hoy en día se realizan varias procesiones previas a la festividad, entre las que se cuentan la de los niños, la de las mujeres, que se hace en la madrugada del día sábado, y la de los hombres, que se realiza la noche del sábado anterior a la fiesta.  También se realiza Canto a lo Divino en la parroquia, una tradición campestre que se realiza solo una vez al año.