PICHILEMU
Pichilemu fue el lugar elegido para pasar un fin de semana. Una mezcla de playa y bosque, son parte del paisaje que logro captar entre los espacios que recorro. Personas, animales, colores, todo entra en un cuadro combinando formas. Los climas también cambian pasando del sol a las nubes oscuras para abrirse nuevamente. Todo esto, es parte de un registro de lo cotidiano de un lugar que se va saliendo de a poco, cada vez más de lo común.
Los espacios son simples, los colores se combinan, los animales se entremezclan con el fondo, la gente sigue su rutina natural. Todo se compone por sí solo.
La naturaleza es la característica principal. Árboles protagonistas de un espacio vacío y pájaros que conversan entre sí.
El mar recibe a las personas que se sumergen en él y sobre todo, a quienes lo observan. El viento frío obliga a los cercanos a reunirse para entrar en calor, espacio donde los perros callejeros también buscan refugio.
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Mientras que en el bosque, un grupo de carroñeros también se reúne, pero rodeando la cabeza de un cordero que aparece al medio del camino, como parte de una historia surrealista.
El viaje termina en un camino silencioso, donde un motoquero interrumpe el silencio del lugar. La central hidroeléctrica de Rapel es un alto para observar cómo un cardumen de peces se aglutina para recibir comida. Una vez más, todo funciona reuniendo a las especies del lugar.